Becaria de 29 años decide tomarse un año sabático
Este año he decidido no trabajar (si entendemos que un trabajo debe ir necesariamente asociado a los términos de jefe y sueldo ). He decidido no luchar por ese salario que me daría una empresa, seguramente inferior al mínimo. Nunca he cobrado un céntimo más. Ese mercado, al que probablemente tenga que regresar más pronto que tarde, (unido a un carácter complicado, claro) me ha llevado a pasar por dos depresiones . Leves. Pero depresiones al fin y al cabo. Se habla mucho de salud mental, pero pocas veces hablamos de lo que nos lleva a perderla. A mí me han llevado a ellas el trabajo, la inercia y, sobre todo, la obligación de verme sumida en un mar de responsabilidades en días que sencillamente me hubiera gustado no estar en este mundo. No como un sinónimo de un día perro o un día malo (¿quién no los tiene?), sino como un homólogo de desaparición . Y t odo, ¿para qué? ¿Para que me despidieran de una empresa en la que di absolutamente todo de mí misma (mis mejores ideas, mis mejores t