Buscando mi pasión
Me siento un náufrago eterno queriendo agarrar un presente varado.
Hace mucho tiempo que siento que ya no soy.
Si antes era la chica que cantaba “suena demasiado bien dejarse llevar” ahora soy la mujer que ya no está interesada en las letras de las canciones. Me he convertido precisamente en aquella frase, empujada por un despiadado mercado laboral (abolición del trabajo ya porfa) y una suerte de distracciones que han eliminado cualquier posibilidad de respiro o aburrimiento (al final, sinónimos). Y ahora me encuentro mirando a una sombra del fuego que antes me envolvía y me acompañaba en cada texto que escribía, en cada metro que corría, en cada canción que escuchaba, en cada poema que recitaba, en cada mirada que cruzaba, en cada viaje que hacía. El dolor era grande, pero el entusiasmo por la vida también.
A punto de llegar a los 30, me pregunto: ¿Hacerse mayor es esto? ¿Dejar de sentir pasión por el mundo que te rodea? ¿Conformarse con una tranquilidad que es tan sana como perforante?
Aún así busco a aquella chica. La busco en todo aquello que una vez me hizo vibrar para bien o para mal. La busco en intentos. Por el camino he encontrado retazos: historias en las que quiero vivir o destellos de lo que me gustaría ser. Y finjo que sigo siendo quien era. Siempre un boli encima, siempre un libro, siempre una película, siempre un deporte, siempre una novedad que mantenga mi escasa capacidad de atención en ella. Y un compromiso nulo. Eso también. Porque la pasión es pasajera, pero es motor de constancia. Pero ahora, ahora no hay ningún tipo de gasolina recorriendo estas venas. Y me pregunto quién soy, quién llevo siendo estos últimos años sin aquella pasión.
(¿Murió acaso con aquella depresión?).
Empezar a escribir bien para dejar de escribir.
Un corazón deformado o una musa con la belleza de un cuadro de Guillermo Lorca sin corazón.
Hay un fuego dentro que nos guía desde niños.
Eso también lo cantaba, sí. Estaba segura de que siempre estaría allí. (¡¿Cómo no?!). Y ahora me pregunto si la llama se quemó porque detrás ya no hay latido.
Punto de partida.